NADA TENGO QUE VER CON LA TELENOVELA

Perdón si caíste en mi blog por la telenovela LA MALPARIDA. El nombre de este sitio lo escogí años antes y así se seguirá llamando. Disculpa las molestias.

sábado, 9 de enero de 2010

Del amor en tiempos del Messenger

El silencio termina por hacer que a uno se le desdibujen los recuerdos. Un día abres los ojos y el dolor se ha ido


Aún recuerdo lo que era estar enamorada antes de Internet. Cada domingo, religiosamente, me sentaba a esperar a la camioneta roja de Samuel rodeando el parque hasta que se bajaba, con sus Converse rojos y su sonrisa de enemil kilowatts para tomar un helado de chocochips mientras en la cafetería sonaba aquello de "Ni un roce y yo queriendo..." de Ana Gabriel. A menos de que fuera a su prepa o el pasara por mi secu entre semana, no había manera de saber del otro. Me enamoré del clon de Jim Caviezel por todas esas horas en las que soñé despierta creando un hombre que no existe, pero para verlo así tuvieron que pasar muchísimos años y esa es una de tantas historias por contar.

Más adelante se me ocurrió poner mis ojitos en un chico que ¿por qué no? vive en Bolivia. Aún conservo la caja con las cartas que recibí, los cassettes donde me cantaba con su guitarra y me contaba lo que había hecho en la semana y el inventario de cartas, tarjetas, detalles y poemas que yo mandé. Era aguardar casi un mes para recibir respuesta y en esa espera, se creó lo que ambos sentíamos, aunque nos habláramos una vez por semana, los sentimientos se forjaron a fuego lento. No en vano dicen que amor de lejos es de p*, créanme y, aunque ahora recordamos esa época como un romance adolescente lleno de ilusiones, sólo llegamos a esa conclusión al comprobar más tarde que juntos, aún sin tierra de por medio, no somos más que dos buenos amigos, casi compadres, pero de pareja ¡nada!

Pero llegó Internet, oh sí. Hace 15 años cambió todo el esquema de vivir el romance porque el chat, los websites de punto de encuentro y el MSN -antes el ICQ- trastocaron para siempre la forma en la que vivimos el amor día a día. Las respuestas son inmediatas, los SMS guardan tesoros y, ¡malditas sean las ventanas! alguien acaba de iniciar sesión, ahí está, lo estás viendo, pero simplemente no quiere hablar contigo... y del bloqueo ni hablemos.

Puedes estar todo el día en el cel enviando mensajitos, en el Messenger platicando el punto y, de pronto, un tag en una foto te revela que oh, oh, te ponen el cuerno. Cuando todo acaba, avisas a tus amigos cambiando el status. Pero de eso ya se ha escrito harto y hasta videos hay. Enfoquémonos en recordar los viejos tiempos y pensar hacia dónde vamos.

Antes, te daban una foto, la guardabas en la cartera, la llenabas de besos y si el tipo en cuestión salía con alguien más, la recortaba pa que no te dieras cuenta.
Ahora con el Facebook te enteras de con quién salió, cuándo salió, con qué tipa posó o peor aún, terminas en la red con esas fotos en lencería cachonda que te tomaste "sólo para sus ojos" o esa sesión de Skype en donde le mostraste tus nuevos juguetitos.

Hace poco mi amiga Dri decía que "Ojos que no ven, Facebook que te entera" y yo le agregaría algo así como que te descalabra pero también te alegra, que te une pero también te ubica. There's no such thing as magic diría el tío Vernon. Not anymore. Pero, como aprendí a la mala alguna vez "puede ser bueno mientras dure".

La pregunta aquí es, después de tanto tropiezo, qué tan dispuestos estamos a rasparnos por amor. Porque el olvido no siempre está a la vuelta de un delete.

2 comentarios:

Beatriz dijo...

Un post para NYTimes :) Cuanta razon tienes, en segundos el corazon vuela y se rompe en mil pedazos. Es bastante conveniente el internet para romper corazones y forjar amistades...

Tania G. Balleza Tahuil dijo...

se me hace que yo ahorita no me raspo. huyo del dolor.