He entrado a una habitación oscura donde dos o tres rayos de luz se filtran revelando el polvo suspendido en el aire. Hay libros por doquier, pesados, con las hojas amarillentas y carcomidos por la polilla. Volúmenes de enciclopedias antiguas, pequeños libros de bolsillo con los bordes tostados. Enciendo una vela, la luz naranja revela algunos otros tesoros, los vidrios ahumados revelan tras de sí más sorpresas. Una araña corre de vuelta al orificio de la pared de donde salió curiosa.
En el fondo de una caja de madera yace una vaina de vainilla. La han usado para perfumar el recuerdo de un amor. Desdoblo una hoja que relata besos robados, amaneceres compartidos y lágrimas de gozo. Ojos oscuros que se perdieron en el cielo de la mirada de una mujer. Un viejo sofá de terciopelo rojo me invita a sentarme y perderme en las historias entre páginas. Las palabras estaban esperando un visitante.
Todo ese mundo encerrado en las dos gotas de perfume que se evaporan en mi muñeca. Vainilla y cedro. Un toque de incienso de iglesia antigua. Un poco de cuero. Aspiro una vez más y me pierdo en el siguiente mundo que evoca. Esta vez iré más lejos, mucho más lejos.
* Mi nuevo perfume es Vanilla & Cedarwood de Kiehl's de la serie Aromatic Blends.